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abr 10, 2024

Sergi Bahillo Santos • abr 10, 2024

La Evolución de la Corteza Prefrontal en la Era Digital: Una Perspectiva Parental

En el complejo viaje del desarrollo infantil, la corteza prefrontal ocupa un papel estelar, ejerciendo influencia sobre la capacidad de atención, la toma de decisiones y el control de impulsos. A medida que nuestros hijos crecen, observamos cómo sus interacciones diarias - desde fijar la mirada en la serena inmovilidad de un atardecer hasta la absorción en las explicaciones de un profesor - van modelando esta región cerebral. En este contexto, el desafío no es solamente estimular esta área con estímulos visuales y auditivos dinámicos, sino también cultivar la habilidad de concentrarse en lo estático, lo sutil.


El dilema de la era digital emerge con una pregunta crucial: ¿Cuál es el impacto de introducir dispositivos electrónicos como tablets o iPads en las manos de nuestros hijos desde edades tempranas - 6 meses, 1 año, 2 años, hasta los 3 años?


Estos dispositivos, con su aluvión de colores, sonidos y movimiento, seducen el cerebro infantil pero, ¿a qué costo? La teoría del "úsalo o piérdelo" sugiere que la dependencia de herramientas externas para la estimulación cerebral puede, paradójicamente, debilitar las capacidades internas esenciales para el aprendizaje y la memoria.


La sobreestimulación externa, principalmente a través de pantallas, plantea la preocupación de que la maduración de la corteza prefrontal en los jóvenes esté siendo comprometida. Este fenómeno tiene implicaciones profundas, incluyendo el aumento de casos de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), caracterizado por problemas de atención y control de impulsos. Aunque el uso de tecnología no es el único culpable, ciertamente no contribuye positivamente a este aspecto del desarrollo cerebral.


En nuestra sociedad, incluso los adultos, criados en una era menos digitalizada, no somos inmunes a la llamada de la tecnología. Un olvido momentáneo de nuestro teléfono puede desencadenar una reacción de pánico, revelando nuestra dependencia.


Si esto es lo que experimentamos los adultos, ¿cómo afecta esta hiperconectividad a los niños, cuyas cortezas prefrontales aún están en plena formación?


Lo que necesitamos son jóvenes con capacidad crítica, que puedan discernir entre el bien y el mal y navegar por la avalancha de información con discernimiento. Sin embargo, el actual entorno digital promueve una cultura de la superficialidad, donde la profundidad de pensamiento y la paciencia para la lectura extensa se ven comprometidas. La adaptación de los contenidos a formatos más visuales y menos textuales es un testimonio de esta transformación cultural, donde incluso los libros clásicos están siendo reimaginados para satisfacer una capacidad de atención menguante.


Frente a este panorama, es fundamental reevaluar nuestro enfoque hacia la tecnología. No se trata de demonizar los dispositivos digitales, sino de aprender a dominarlos. La gestión consciente del uso de la tecnología, especialmente evitando su uso como muleta emocional o fuente constante de distracción, es crucial. La capacidad de aburrirse, lejos de ser negativa, es la semilla de la creatividad y el asombro. En momentos de quietud y aburrimiento, surgen las ideas más innovadoras y profundas.


Para los padres y educadores, el desafío es doble: modelar un comportamiento equilibrado frente a la tecnología y guiar a los jóvenes en el desarrollo de una relación saludable con sus dispositivos. Esto implica enseñarles a valorar el silencio, la reflexión y la introspección tanto como la estimulación externa.


En última instancia, el objetivo es fomentar una generación que no solo sea capaz de navegar por el vasto mar de información digital, sino que también sepa encontrar islas de conocimiento significativo y profundo en él.


La corteza prefrontal, ese director orquestal del cerebro, requiere de un equilibrio entre estímulo y serenidad para alcanzar su pleno potencial. En nuestra era de exceso de información, la clave está en cultivar la capacidad de discernimiento y la voluntad de profundizar más allá de la superficie brillante de la pantalla. Al enfrentar el desafío de educar en la era digital, recordemos que las herramientas más poderosas que podemos ofrecer a nuestros hijos son la curiosidad, la paciencia y la capacidad de maravillarse con el mundo, tanto en línea como fuera de ella.


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Comprender la esencia del estrés y el aburrimiento , así como su gestión, es fundamental en nuestra psicología humana. Esta temática surge a menudo en conversaciones con padres ansiosos por comprender mejor a sus hijos. En estas discusiones, resalto un concepto crucial: el verdadero éxito y la autorrealización en la vida se correlacionan estrechamente con nuestra capacidad para navegar en nuestras emociones internas y responder de manera constructiva a los eventos externos. El éxito, en este contexto, no se refiere simplemente a logros materiales o profesionales, sino a alcanzar un estado de autoridad sobre nuestras propias vidas, manteniendo un equilibrio emocional interno y forjando conexiones saludables con nuestro entorno. Esto implica, en gran medida, la habilidad para gestionar eficazmente tanto el estrés como el aburrimiento. El uso de la tecnología ofrece un ejemplo ilustrativo de cómo se puede desviar este equilibrio. Dar a un niño acceso irrestricto a un teléfono móvil desde una edad temprana se asemeja, metafóricamente, a instalar un minibar en su habitación, sugiriendo que ante cualquier indicio de aburrimiento o estrés, siempre hay una salida fácil disponible. Esta analogía se extiende a los adultos: el recurso habitual a pantallas digitales en momentos de estrés o aburrimiento conduce inevitablemente a dos problemas críticos. Primero, emerge una sociedad con escasa tolerancia a la frustración, marcada por un deseo de satisfacción inmediata de necesidades y deseos, desde el entretenimiento hasta las relaciones interpersonales. Segundo, este comportamiento socava la capacidad de retrasar la gratificación, un componente esencial de la felicidad y la satisfacción a largo plazo. La gratificación instantánea domina nuestra era, permitiendo prácticamente cualquier deseo ser satisfecho de inmediato, desde el acceso a entretenimiento hasta la satisfacción de necesidades básicas. Sin embargo, esta facilidad contrasta marcadamente con la naturaleza intrínseca de lo que verdaderamente nos aporta felicidad y plenitud: el amor y el trabajo . Estos aspectos fundamentales de la vida humana requieren un compromiso profundo, esfuerzo sostenido, y una dedicación que desafía la tendencia contemporánea hacia la inmediatez. La clave para contrarrestar estos desafíos yace en la corteza prefrontal del cerebro, una región crítica responsable de funciones como la atención, la concentración, la resolución de problemas y el control de impulsos. Desde el nacimiento, esta área del cerebro se desarrolla en respuesta a estímulos sensoriales, como la luz, el sonido y el movimiento. A medida que los niños crecen, es imperativo que su corteza prefrontal se active y madure en contextos que no dependan exclusivamente de estímulos externos intensos, permitiéndoles desarrollar la capacidad de concentrarse en tareas menos estimulantes, pero igualmente importantes. La proliferación de dispositivos digitales , con su constante oferta de estímulos llamativos, representa un obstáculo significativo para este desarrollo. La sobreexposición a tales estímulos puede estancar el desarrollo adecuado de la corteza prefrontal, llevando a problemas de atención, dificultades de concentración, y una menor capacidad para manejar la frustración. Este escenario se ve reflejado en el aumento de diagnósticos de trastornos de atención e hiperactividad, así como en una creciente dependencia de soluciones farmacológicas para estos problemas. En el ámbito contemporáneo, caracterizado por una crisis de atención , la batalla por capturar y mantener la atención del público en las pantallas es emblemática de una economía y una sociedad obsesionadas con el estímulo constante . Este entorno no solo desafía nuestra capacidad para enfocarnos y comprometernos significativamente con tareas y relaciones, sino que también remodela nuestra cognición, limitando nuestro potencial para el pensamiento profundo y la reflexión. Este contexto recalca la importancia de cultivar y fortalecer nuestra capacidad de atención y habilidades cognitivas frente a las distracciones omnipresentes del mundo digital. Para lograr una vida plena y satisfactoria, debemos priorizar el desarrollo de la paciencia, la capacidad de retrasar la gratificación.
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